domingo, 6 de noviembre de 2011

"CROCE E DELIZIA". A ISAAC CHOCRON IN MEMORIAM

"ESTELA: ¿Recuerda usted la de Violetta cuando conoce a Alfredo? (Va al tocadiscos) Esa sorpresa fue sensacional. Oígala mientras yo traigo todo.
JOSE: ¿Canta usted?
ESTELA: No. La Callas. (Sale)

(Se oirá La Traviata: "É strano!...Ah, fors'é lui...Sempre libera")

JOSE: (después de oír el segundo "É strano") Extraño... ¿Quién me lo iba a decir? Sorpresa como me dijo ella. "Algo", según Estévez. (Después de oír "sventura") ¿Será por desventura o por... (burlón) "amore"? Eso es todo lo que repiten y repiten mientras cantan. Amor. Amor. El credo de toda música cantada. Lo alaban. Lo desprecian. Le temen. Les atrae. Lo quieren. Lo rechazan. Lo aceptan. Les enloquece. Las enardece. "Amada, amando": resumen total de la gran esperanza que acabaría con "la árida alegría de su vivir". ¿Qué tal? Traduzco. No comparto. Me explico. (Pausa. Señala el tocadiscos y empieza "Ah, fors'é lui") No sé si muchos siguen pensando así. O sintiendo así. Adorando al amor. La ópera tiene sus fanáticos. Como los de la Iglesia. Aún los más fanáticos deberían algún día aburrirse de tanto oír cantando amor; deberían concentrarse en la música, ¡Gracias a Dios!, incólume... y oír únicamente como si fuera música, todas esas letras melosas, tan almibaradas, tan "mousseline au chocolat"...¡Qué cara puso al oírme pronunciarlo impecablemente! ¡Qué cara pondría si supiera que además de poder pronunciarlo, lo he probado como también he bebido su champán y comido su caviar y su paté. Cabimas será un pueblo inmundo, pero tuvo plata petrolera con que comprar todo de todo el mundo. Y sí, llegó la zarzuela, ¡qué nerviosa se puso!, sí llegó con ella a cuestas y yo la vi y era regular, realmente nada más que regular, si llegó la zarzuela, ¿cómo no iban a llegar champán, caviar, paté y mousseline? Todo eso lo he probado sin necesidad de documentos o papeles o viajes a San Pedro Sula. Creí que me estaba hablando del Vaticano. Ese sí que podría haber abierto su boca y gritado a voz en cuello, que representa un amor, pálpito del universo entero. Del universo entero, misterioso, noble, mayoritario al menos, cruz, pero sin delicia. Cruz y delicia es el otro amor, el de la ópera, el que no existe aunque proteste que la delicia está en el corazón.
ESTELA: (Al "¡Follie, follie!" entra con bandeja que pone sobre el piano, sirve el champán, le da copa a José y con la suya brinda) "Pobre mujer, sola, abandonada, en este desierto populoso llamado"...Maracaibo...
JOSE: (Riendo) ¡Si París la oyera!
ESTELA: ¿Qué puedo esperar? ¿Qué puedo hacer? (Mientras habla, le quita la copa a José, llena ambas copas, las trae y vuelve a brindar) ¿Morir en un torbellino de placeres terrestres? ¿Cuáles placeres aquí? ¡Ah, mi amigo, espere que conozca el mundo! Ese que no se ve por la ventana ni en el cielo. El mundo de verdad, con gente bella, culta, que se desmaya al oír voces como esa y alcanza paroxismos de locura por tratar de expresar la dicha que les explota dentro. ("Sempre libera") ¡Bailemos! (Baila con José) "Nazca el día o muera el día, siempre alegre me encontrará..." (Al oír la voz de Alfredo, Estela deja de bailar y coquetamente repite con Violetta:) "Amore..."
JOSE: Misterioso y noble. Cruz y delicia. ¿Qué opina usted? ¿Está de acuerdo? Yo le confieso que la mezcla de cruz y delicia me confunde.
ESTELA: (Riendo) ¡Locura! ¡Locura!
JOSE: ¿Por qué no canta? Cante por encima de ella.
(Estela lo mira furiosa y va a apagar el tocadiscos)"

De Isaac Chocrón: El acompañante (1978). Primera parte.

María Callas le canta a Chocrón la escena, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la RAI, dirigida por Gabriele Santini, en 1953.