miércoles, 22 de septiembre de 2010

LUCIANO PAVAROTTI: Memorabilia I

Einar Goyo Ponte

Van ya tres años desde que nos abandonó la rotunda figura de Luciano Pavarotti, mas no el resplandeciente sonido de su voz. Y no se trata únicamente de la preservación de ella en los registros fonográficos, sino de la memoria que suscita, la nostalgia de ese color y ese brillo, y el descubrimiento en justa retrospectiva de la grandeza de su calidad y talento interpretativo. Aquí no deseamos recontar su trayectoria ni describir su figura, sino contribuir a mitigar la falta que nos hace cada vez que pensamos en determinado rol, en esta o aquella aria o canción, cuando recordamos el matiz, la inflexión o el acento nuevos y arrobadores que en sus múltiples interpretaciones nos brindaba. En cada año, en la fecha de su ingreso en la eternidad, o en alguna otra página del calendario que nos proponga su memoria, colgaremos aquí un extracto de sus grandes momentos discográficos. El tránsito de esta recuperación de su timbre y su canto se hará siguiendo una suerte de órden cronológico, que nos muestre el devenir de su arte y la evolución de su instrumento.
En este Post, ofrecemos dos de esos momentos.

MASCAGNI: L'AMICO FRITZ. El calor de la juventud.

Esta grabación de 1968 aparece hoy como un documento de la voz temprana de Luciano Pavarotti. Apenas 7 años antes había debutado en su Reggio Emilia natal. Redonda, sensual, jovial, llena de chispa y vehemencia, de una espontaneidad brillante, su voz es lo más parecido a un milagro. En este fragmento, el aria del último acto del personaje titular, escuchamos un timbre acariciante, una emisión hecha como de seda y de pronto, la eclosión estelar de su brillo, de su potencia, en una sensualísima prestación de ese "Amore, o bella luce del core", nunca mejor representada que en este fragmento de Pavarotti, despertando al amor de la Suzel de su amiga del alma, Mirella Freni. Completa la gloria el dominio cabal del estilo de este Mascagni romántico y doméstico, distinto del trágico mediterráneo de Cavalleria, por parte del insigne maestro Gianandrea Gavazzeni. Fue hasta finales de los ochenta, la única grabación de Luciano en el sello EMI.

DONIZETTI: LA FILLE DU REGIMENT. El rey del do de pecho.

La grabación completa de esta ópera, aparecida meses antes de la anterior no sólo marca el inicio de la feliz trayectoria de Pavarotti con el sello DECCA, sino el trampolín a la fama mundial del tenor que había ya asombrado a los públicos de la Scala, del Covent Garden y del MET de Nueva York, con la frescura, la insolencia y la incandescencia de sus notas pico en la famosa aria de los nueve dos, del Acto I. En poder de tenores ligeros, al estilo Schipa o Valletti, de timbres delicados, el Tonio de esta ópera, simplón noble, como el Nemorino de L'elisir d'amore, en la garganta de Pavarotti, cobraba una definición y una incisividad inéditas, y, con el perdón del genial Juan Diego Flórez, aún insuperadas. Se iniciaba también la fecunda colaboración con La Stupenda, Joan Sutherland y el director experto en bel canto, Richard Bonynge, que confeccionarían el estilo romántico del canto de Pavarotti. Pero, en la versión que hemos escogido para el disfrute, hemos dejado prevalecer el asombro por encima de la rigurosidad discográfica. Así que la grabación que testimonia cómo era el Tonio de Pavarotti  no es de la grabación de estudio del 67, sino de una función en vivo desde el Metropolitan, en 1972. ¿Quiére usted entender cómo se originó el fenómeno Pavarotti? Escuche esto.    

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