Einar Goyo Ponte
¿Es Cosi fan tutte (Así hacen todas) una ópera misógina? Si Lorenzo Da Ponte y Wolfgang Amadeus Mozart hubiesen vivido en nuestra época habrían tenido un grave problema al estrenar esta ópera, que trata acerca de la infidelidad innata en las mujeres, de sus arquetípicas volubilidad e inconstancia frente a dos varones enamorados y un cínico que apuesta con ellos sobre lo efímero de los juramentos de sus amadas. ¿Qué no dirían nuestras aguerridas feministas de hoy, o las defensoras de las estéticas o disciplinas o ideologías “de género”, como prefieren hoy llamarse?
Por fortuna, Da Ponte y Mozart escribieron ésta, la última de su trilogía de colaboraciones, en 1791, y al último, una indiscutible aura de genio, lo coloca más allá del bien y el mal, por lo que podemos seguir disfrutando de la deliciosa comedia que es Cosi fan tutte, y dentro de ella, de los encantadores tríos de su inicio, el impagable dúo de las novias “O guarda sorella”; el arrobador “Soave sia il vento”, las arias “Smanie implacabili”, “Come scoglio” o “Un aura amorosa”, de Dorabella, Fiordiligi y Ferrando, respectivamente, y el sensual dúo de Guglielmo y la mezzosoprano, “Il core vi dono”, entre los pasajes estelares de esta genial ópera, sin embargo de alcance más restringido (quizás por lo más personal) que Bodas de Fígaro o Don Giovanni.
Tuvimos oportunidad de volver a apreciarla en un evento de posibles felices resonancias. Pues se trató de una audición en versión de concierto de una ópera austríaca cantada y dirigida por austríacos. Esa magna empresa que es el Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela es la artífice también de este logro. Como yo estoy ya convencido de que José Antonio Abreu puede conseguir todo aquello que se proponga, le sugiero ampliar esta experiencia que es también inequívocamente didáctica, así podríamos ver una ópera italiana interpretada por italianos, una francesa por franceses, una rusa por rusos y así, ad libitum.
Sólo que para la próxima vez los invitados sean de una excelencia musical menos cuestionable que la de este Cosi. George Mark, el director musical, quizás fascinado por el sonido de nuestra Sinfónica Simón Bolívar, se decantó por una lectura potente y enérgica, que desgraciadamente no se adecuaba en absoluto para el más bien laxo material vocal de sus jóvenes solistas, y por lo que constantemente los eclipsaba. Pero tampoco se destacó por su variedad, sentido teatral ni por expresividad en el juego de claroscuros ni la sensualidad que tanto requiere el juego sexual planteado en esta ópera.
De los cantantes ya hemos anunciado su debilidad vocal. Casi nulos el bajo Marcus Folle y el tenor Mathias Frey, como Don Alfonso y Ferrando; más agraciado, aunque sin motivo para lanzar cohetes, el Guglielmo de Siwong Song. Precarias las voces de Melanie Henley Heyn de agudos blancos y velados, y poca limpieza en las agilidades; Nina Tandarek, de bellos timbre e imagen, pero de flojos técnica y alcance, como Dorabella. A años luz de ellas se sitúan la resonante voz y firmeza musical de la excelente Despina de Anita Götz. Todos, empero, fueron impecables desde el punto de vista teatral y estilístico.
De entre los fragmentos favoritos de esta ópera y que mencionáramos arriba hemos preferido colgar aquí el etéreo trío “Soave sia il vento”, cantado aquí por tres de las mejores voces de la actualidad Renée Fleming, Susan Graham y Thomas Hampson, desde una Gala en el Metropolitan Opera House, en 2006. Disfrútenlo. Se vale flotar.
Por fortuna, Da Ponte y Mozart escribieron ésta, la última de su trilogía de colaboraciones, en 1791, y al último, una indiscutible aura de genio, lo coloca más allá del bien y el mal, por lo que podemos seguir disfrutando de la deliciosa comedia que es Cosi fan tutte, y dentro de ella, de los encantadores tríos de su inicio, el impagable dúo de las novias “O guarda sorella”; el arrobador “Soave sia il vento”, las arias “Smanie implacabili”, “Come scoglio” o “Un aura amorosa”, de Dorabella, Fiordiligi y Ferrando, respectivamente, y el sensual dúo de Guglielmo y la mezzosoprano, “Il core vi dono”, entre los pasajes estelares de esta genial ópera, sin embargo de alcance más restringido (quizás por lo más personal) que Bodas de Fígaro o Don Giovanni.
Tuvimos oportunidad de volver a apreciarla en un evento de posibles felices resonancias. Pues se trató de una audición en versión de concierto de una ópera austríaca cantada y dirigida por austríacos. Esa magna empresa que es el Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela es la artífice también de este logro. Como yo estoy ya convencido de que José Antonio Abreu puede conseguir todo aquello que se proponga, le sugiero ampliar esta experiencia que es también inequívocamente didáctica, así podríamos ver una ópera italiana interpretada por italianos, una francesa por franceses, una rusa por rusos y así, ad libitum.
Sólo que para la próxima vez los invitados sean de una excelencia musical menos cuestionable que la de este Cosi. George Mark, el director musical, quizás fascinado por el sonido de nuestra Sinfónica Simón Bolívar, se decantó por una lectura potente y enérgica, que desgraciadamente no se adecuaba en absoluto para el más bien laxo material vocal de sus jóvenes solistas, y por lo que constantemente los eclipsaba. Pero tampoco se destacó por su variedad, sentido teatral ni por expresividad en el juego de claroscuros ni la sensualidad que tanto requiere el juego sexual planteado en esta ópera.
De los cantantes ya hemos anunciado su debilidad vocal. Casi nulos el bajo Marcus Folle y el tenor Mathias Frey, como Don Alfonso y Ferrando; más agraciado, aunque sin motivo para lanzar cohetes, el Guglielmo de Siwong Song. Precarias las voces de Melanie Henley Heyn de agudos blancos y velados, y poca limpieza en las agilidades; Nina Tandarek, de bellos timbre e imagen, pero de flojos técnica y alcance, como Dorabella. A años luz de ellas se sitúan la resonante voz y firmeza musical de la excelente Despina de Anita Götz. Todos, empero, fueron impecables desde el punto de vista teatral y estilístico.
De entre los fragmentos favoritos de esta ópera y que mencionáramos arriba hemos preferido colgar aquí el etéreo trío “Soave sia il vento”, cantado aquí por tres de las mejores voces de la actualidad Renée Fleming, Susan Graham y Thomas Hampson, desde una Gala en el Metropolitan Opera House, en 2006. Disfrútenlo. Se vale flotar.
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