domingo, 14 de septiembre de 2008

PAVAROTTI INOLVIDABLE

Einar Goyo Ponte

Al momento de leerse esta crónica, ya el tenor catalán José Carreras habrá cantado en Nápoles su homenaje, y ayer, la grandiosa Misa de Réquiem, de Verdi habrá retumbado en la ciudad de Módena, cuna del cantante de ópera más popular y carismático del siglo XX: Luciano Pavarotti, quien falleciera hace ya un año, dejando en el eco de su hermosísima voz, el tamaño exacto de su vacío. Desde el sábado 6 hasta el 12 de octubre, fecha de su natalicio, los homenajes y actos especiales se sucederán en el mundo, con su cumbre en la exposición El hombre que emocionó al mundo, en la propia Roma, en los Foros Imperiales, para recordar sus más de 40 años de carrera. Incluso sus antiguos compañeros de escena en sus conciertos líricos-pop Pavarotti & Friends, Elton John, Bono, Sting, Zucchero y Lucio Dalla, entre otros, preparan para su aniversario natal una edición especial del evento en su memoria.

Pavarotti es un artista muy difícil de olvidar, pero el tiempo marca sus pautas y cimas, y aquí queremos hacer una panorámica por sus momentos más trascendentes tan sólo en el mundo discográfico, como tenor mediático que fue, exprimiendo de ello, la más sustanciosa pulpa. Una selección de las que consideramos sus mejores grabaciones.













Muy temprano en su carrera recorrió titulares y noticieros del mundo al cantar con un éxito inédito desde hacía más de un siglo el rol de Tonio en la ópera La fille du regiment (La hija del regimiento), de Gaetano Donizetti, con su espectacular aria “Pour mon ame”, la llamada de los “nueve do”. Para la memoria quedó su grabación de 1967, con Joan Sutherland, en su sello de siempre, DECCA-London, con quien también registró uno de los testimonios más perfectos del bel canto romántico de la historia del disco, su versión de I puritani, de Vincenzo Bellini, con uno de los dúos más excelsos entre el tenor y la insigne soprano y el escalofriante falsettone de su pasaje “Credeasi misera”, en 1973. Ambos están dirigidos, por supuesto, por el especialista y esposo de La Stupenda, Richard Bonynge.




Un año antes de esta última, grabaría con Herbert Von Karajan y su vecina Mirella Freni, lo que quizás es la más perfecta versión de La Bohéme, de Puccini, con el Rodolfo, uno de sus roles insignia, desde su propio debut. No es posible encontrar un poeta más sensual y de más incontables matices.









Un salto de siete años después (1979) nos coloca en otro de sus hitos: el carnoso y vehemente Arnoldo, del canto de cisne operístico de Gioacchino Rossini, Guglielmo Tell, rol de delirante tesitura, que en su voz recobra el tinte mediterráneo romántico. Lo acompañan Mirella Freni, de nuevo y el barítono estadounidense Sherrill Milnes, dirigidos por Riccardo Chailly. Dúos, tríos y una galopante y terrible aria en el último acto, lo reconfirman en la historia como el tenor belcantista italiano más importante de la segunda mitad del siglo XX.


Antes de este hito se cuentan algunos de sus discos de recitales más granados: Pavarotti in concert (1973), que recrea su histórico debut en el Carnegie Hall, con canciones de Bellini, arias barrocas, canciones de Tosti y de Respighi; O holy night (1976), de ensoñante tono navideño; su primer recital de canciones napolitanas, O sole mio y su Verismo arias (de 1979 ambos), donde se atreve con repertorios más dramáticos. Todos han sido hoy felizmente reeditados.




En 1980 vuelve a dejar una casi imbatible referencia, con su versión de La sonnambula, de Bellini, de nuevo con Sutherland, que devuelve a la parte del tenor toda la riqueza de la herencia del inmortal Rubini, del siglo XIX.





Y lo propio realiza en el 82, con la insuperable lectura del Fausto en Mefistofele, de Arrigo Boito, en la última grabación del insigne director italiano Oliviero de Fabritiis; y en el 83, con su ideal Riccardo ( rol que le daría fama en la última década del siglo XX), del Un ballo in maschera (Un baile de máscaras), de Giuseppe Verdi, bajo la batuta de Sir Georg Solti.


Concluímos con cinco importantes discos de recital: Live at Lincoln Center (1979), que registra lo que para muchos fue uno de los mejores conciertos del siglo, con Sutherland y la mezzo Marilyn Horne, el trío de belcantistas más granado de finales de siglo, entremezclándose en los repertorios y abarcando un espectro desde el joven Bellini, hasta el voluptuoso Puccini, pasando por el Verdi temprano y tardío y el pre-verista Ponchielli;



el histórico Pavarotti premiéres (1980, con el sello CBS SONY), donde al lado de Claudio Abbado rescata increíblemente a un Verdi desconocido,de arias no escuchadas hacía más de 100 años; su At Carnegie Hall (1987), con impresionantes versiones de los Tres sonetos de Petrarca, de Franz Liszt, del Ave María schubertiana, y del “Angelo casto e bel”, de Il Duca d’Alba, de Donizetti;




su flamboyante Passione (1985), segunda colección de canciones napolitanas en elegantes arreglos orquestales; el primero de Los tres tenores, desde Caracalla en 1990, pese a sus detractores un momento irrepetiblemente feliz del canto; y su despedida discográfica, el original y emocionante Ti adoro (2003), increíble reinvención del tenor en su ocaso. Si usted es inmune aún a la fascinación de su voz, aquí tiene casi una veintena de sus grabaciones para dejarse seducir. Si ya se ha iniciado en esta experiencia de la belleza, comparta conmigo su opinión acerca de la selección, o aporte sus favoritos. El encanto de su voz tiene visos de eternidad.

11 comentarios:

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Me permito agregar, respetuosamente, una grabación de Pavarotti al interesante y excelente interesante catálogo que ha compartido usted. Oficialmente solo se consigue en DVD, pero existe una edición "semi-pirata" en CD de la firma italiana Melodram (MEL 28012). Se trata del Requiem de Verdi, registro de 1967 con Karajan al frente de la orquesta y coro de La Scala de Milán. Los solistas son Leontyne Price, Fiorenza Cossotto, Pavarotti y Nicolai Ghiaurov. En mi muy humilde opinión (con esta obra hay tantas excelentes opciones que es imposible ser objetivo), este Requiem de Karajan es insuperable, comparable solamente a la legendaria versión de Fritz Reiner con la Filarmónica de Viena (también con la Price, pero con Rosalind Elias, Giorgio Tozzi y el gran Jussi Bjoerling). Este video es una rendición cargada de fuerza y sentimiento, en el que Pavarotti hace un inmenso aporte, temprano en su carrera.

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