Mozart
(1756-1956)
I
Si alguno alguna vez te preguntase:
"La música, ¿qué es?" "Mozart", dirías,
Es la música misma." Sí, el cuerpo entero
De la armonía impalpable e invisible,
Pero del cual oímos su paso susurrante
De linfa, con el frescor que dan lunas y auroras,
En cascadas creciendo, en ríos caudalosos.
(...)
Cuando vivió, entreoído en las cortes,
Los palacios, donde príncipes y prelados
Poder, riqueza, detentaban nulos,
Mozart entretenía, como siempre ocurre,
Como es fatal que ocurra al genio, aunque ya toque
A su cenit. Cuando murió, supieron todos:
Cómo admiran las gentes al genio una vez muerto.
II
De su tiempo es su genio, y del nuestro, y de siempre.
Nítido el tema, preciso el desarrollo,
Un ala y otra ala son, que reposadas
Por el círculo oscuro de los instrumentistas,
Arpa, violín, flauta, piano, luego a otro
Firmamento más glorioso y más fresco
Desplegasen súbitamente en música.
Toda razón su obra, pero sirviendo toda
Imaginación, en sí, gracia y majestad une,
Ironía y pasión, hondura y ligereza.
Su arquitectura deshelada, formas líquidas
Da de esplendor inexplicable, y así traza
Vergeles encantados, mágicos alcázares,
Fluidos bajo un frío rielar de estrellas.
(...)
III
En cualquier urbe oscura, donde amortaja el humo
Al sueño de un vivir urdido en la costumbre
Y el trabajo no da libertad ni esperanza,
Aún queda la sala del conierto, aún puede el hombre
Dejar que su mente humillada se ennoblezca
Con la armonía sin par, el arte inmaculado
De esta voz de la música que es Mozart.
Si de manos de Dios informe salió el mundo,
Trastornado su orden, su injusticia terrible;
Si la vida es abyecta y ruin el hombre,
Da esta música al mundo forma, orden, justicia,
Nobleza y hermosura. Su salvador entonces
¿Quién es? Su redentor ¿quién es entonces?
Ningún pecado en él, ni martirio, ni sangre.
Voz más divina que otra alguna, humana
Al mismo tiempo, podemos siempre oírla,
Dejarla que despierte sueños idos
Del ser que fuimos y al vivir matamos.
Sí, el hombre pasa, pero su voz perdura,
Nocturno ruiseñor o alondra mañanera,
Sonando en las ruinas del cielo de los dioses.
(Tomado de Desolación de la quimera)
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