sábado, 22 de septiembre de 2007

LUIS CERNUDA (21 DE SEPTIEMBRE DE 1902- 5 DE NOVIEMBRE DE 1963)




El poeta español Luis Cernuda formó parte de la llamada Generación del 27. Luchó contra la intolerancia de su gente, y del poder establecido en su país después de la Guerra Civil. Su poesía tiene un tono conversacional, una insistencia en disolver al yo del discurso poético y una atracción por las figuras y los momentos históricos, que conectan su escritura con la de otros grandes poetas como Cavafis o T. S. Eliot, con lo cual marca hitos importantes en la literatura española. Pero fue también un apasionado de la música, la cual encuentra epifanías frecuentes en sus poemas. Lo que sigue es muestra de ello. Así rendimos doble homenaje: a uno de los genios musicales, materia frecuente de nuestro blog, y al certero oído del poeta Luis Cernuda.




Mozart


(1756-1956)




I


Si alguno alguna vez te preguntase:

"La música, ¿qué es?" "Mozart", dirías,

Es la música misma." Sí, el cuerpo entero

De la armonía impalpable e invisible,


Pero del cual oímos su paso susurrante


De linfa, con el frescor que dan lunas y auroras,


En cascadas creciendo, en ríos caudalosos.


(...)


Cuando vivió, entreoído en las cortes,


Los palacios, donde príncipes y prelados


Poder, riqueza, detentaban nulos,


Mozart entretenía, como siempre ocurre,


Como es fatal que ocurra al genio, aunque ya toque


A su cenit. Cuando murió, supieron todos:


Cómo admiran las gentes al genio una vez muerto.




II


De su tiempo es su genio, y del nuestro, y de siempre.


Nítido el tema, preciso el desarrollo,


Un ala y otra ala son, que reposadas


Por el círculo oscuro de los instrumentistas,


Arpa, violín, flauta, piano, luego a otro


Firmamento más glorioso y más fresco


Desplegasen súbitamente en música.





Toda razón su obra, pero sirviendo toda


Imaginación, en sí, gracia y majestad une,


Ironía y pasión, hondura y ligereza.


Su arquitectura deshelada, formas líquidas


Da de esplendor inexplicable, y así traza


Vergeles encantados, mágicos alcázares,


Fluidos bajo un frío rielar de estrellas.


(...)


III


En cualquier urbe oscura, donde amortaja el humo


Al sueño de un vivir urdido en la costumbre


Y el trabajo no da libertad ni esperanza,


Aún queda la sala del conierto, aún puede el hombre


Dejar que su mente humillada se ennoblezca


Con la armonía sin par, el arte inmaculado


De esta voz de la música que es Mozart.





Si de manos de Dios informe salió el mundo,


Trastornado su orden, su injusticia terrible;


Si la vida es abyecta y ruin el hombre,


Da esta música al mundo forma, orden, justicia,


Nobleza y hermosura. Su salvador entonces


¿Quién es? Su redentor ¿quién es entonces?


Ningún pecado en él, ni martirio, ni sangre.





Voz más divina que otra alguna, humana


Al mismo tiempo, podemos siempre oírla,


Dejarla que despierte sueños idos


Del ser que fuimos y al vivir matamos.


Sí, el hombre pasa, pero su voz perdura,


Nocturno ruiseñor o alondra mañanera,


Sonando en las ruinas del cielo de los dioses.




(Tomado de Desolación de la quimera)











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