lunes, 6 de abril de 2009

DUDAMEL EN EL QUINTO INFIERNO



Einar Goyo Ponte



En el site de Internet del sello Deutsche Grammophon, referente a la más reciente grabación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar, con Gustavo Dudamel al frente (Tchaikovsky 5), éste confirma que después de Beethoven, el ruso es el compositor más amado (y por ende frecuentado) por nuestra orquesta, y que ello es resultado de la pasión del Maestro José Antonio Abreu por ellos. Así se remonta a los años iniciales, cuando los chicos de entonces, maestros de la orquesta de hoy, comenzaban a deslumbrar, en sus primeros conciertos, con la Obertura 1812, la Cuarta Sinfonía, y las dos obras contenidas en este nuevo Cd, por fin llegado a nuestras tiendas: la Quinta Sinfonía y la Fantasía Sinfónica Francesca da Rimini.

La quinta de las sinfonías tchaikovskianas es un momento cumbre en esa suerte de autobiografía que el compositor escribió a través del ciclo de seis. Después de la desesperación incontrolable de la Cuarta, en ésta hay una madurez y una postura valiente, llena de carácter y de expresión heroica. Dudamel dirige esta obra con suma convicción. Hay en todo el primer movimiento una coherencia de ritmo y de contraste entre la presentación y desarrollo de los diversos temas, que le da justo brío narrativo. Muy sugerente la sonoridad grave de fagotes y contrabajos de los compases iniciales, y el contraste con el brillo de la orquesta en el Allegro con anima.

La construcción del célebre Andante cantabile descansa en los fraseos expertos de los solistas del corno y del clarinete en la exposición del hermoso tema principal, y en el trabajo con las dinámicas y el sentido de gradación que el director consigue. Lo comparé con dos lecturas ( Karajan y Ashkenazy), y siento que la de Dudamel es menos abrupta que la de uno y más densa que la del otro. Sin embargo, en el Valse, del tercer movimiento, nuestro director se hace cómplice de la misma intrascendencia y ligereza de expresión que aqueja a aquellos y que hace que este sea el menos atractivo de los cuatro tiempos. Poderoso, febril, rotundo es el Finale, cuidado de detalles en el Andante maestoso, para explotar con nervio en el vivace. Sin embargo, la característica pasión por la velocidad de Dudamel hace que el fragmento pierda la majestuosidad sensual que en Karajan es prodigiosamente homogénea en todo el pasaje.

Por ello, el corolario de la grabación viene a convertirse en la verdadera pieza estelar de la misma: la Francesca da Rimini, que considero una de las obras maestras absolutas del músico ruso, por ser una de las recreaciones musicales más geniales y fieles al espíritu del original literario (aquí es el Canto V del Inferno de la Comedia, de Dante), se convierte en manos de Dudamel, en verdadera e impactante “música física”: la sensación de descenso al averno, con ese sonido inicial que parece que apunta a la más tenebrosa de las cimas, lo opresivo y escalofriante, ahora tamizado por la sensibilidad romántica, vía Delacroix o más genialmente, Gustave Doré, de los parajes dantescos, el silbido de los vendavales que azotan a los protagonistas del pasaje, pues en este círculo, el segundo del Infierno, Alighieri imagina que pagan su culpa los lujuriosos, arrastrados por un huracán incesante. En el vórtice de ese horror Dante descubre a su parienta Francesca, quien, atada, por toda la eternidad a su amante Paolo, con quien engañó a su esposo, el autor de la muerte de ambos, es arrastrada por el viento pavoroso. El episodio central es la narración de su idilio de la pareja, su culpa, su muerte, su tristeza por perder el alma, pero también la exaltación de su amor eterno, y el retorno espantoso al tormento infernal. Todo ello está puesto, por Dudamel, en escena, de manera que convierte la audición en una experiencia corpórea. Lo más cercano a este apartado en mis oidos, es el lejano recuerdo de la lectura de Juan Carlos Núñez a fines de los 70, con esta misma orquesta. La atmósfera de la grabación en vivo colabora maravillosamente a estas impresiones. Sin embargo la diafanidad y el brillo del sonido de todo el Cd sigue estando a años luz de la fama del sello alemán DGG.
Ilustro todo lo escrito con la Francesca da Rimini, en su poderosa lectura, de esta grabación del año pasado, en vivo, por la OSSB y Gustavo Dudamel, colgada aquí en el click próximo. También en la sección De Tántalo y otras galaxias asomamos el site donde puedes leer más información sobre este nuevo Cd.


5. Francesca Da Rimini, Op. 32.wma - Orq. Sinfónica Simón Bolívar. Dir. G. Dudamel

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