Más de nuestros orgullos fuera de nuestras fronteras: este viernes 2 de febrero, fuimos convocados en la apretada sala de la Asociación Cultural Humboldt, a otro concierto de nuestra Sinfónica de la Juventud Venezolana, esta vez con el contrabajista Edicson Ruiz, único venezolano en las filas de la imponderable Filarmónica de Berlín, y el bajo cantante Iván García, que se pasea honrosamente por los escenarios europeos al lado de lumbreras de la música antigua como Jordi Savall o Gabriel Garrido, dirigidos por el insigne maestro Alfredo Rugeles.
Era un programa interesantísimo, en el cual se combinaban excepcionalmente la voz oscura del bajo y el protagonismo más infrecuente aún del contrabajo como instrumento solista, en piezas que los reunían. Así, del compositor alemán Johannes Matthias Sperger, escuchamos el aria de concierto “Selene, del tuo fuoco non mi parlar”, de virtuosa escritura para ambas partes, que García cumplió con nitidez y dicción ejemplar, mientras Ruiz hacía cantar y rabiar a su instrumento grave en sinuosas líneas. Ambos superaron sus propios listones altos al decantarse por el aria “Per questa bella mano”, de W. A. Mozart, hermoso fragmento de cantabílisimas formas, que García depuró con gran versatilidad y un fraseo absolutamente señorial, reproduciendo, en singularísima armonía, el estilo elegante y magistral de su compañero instrumentista. No fue menor el acompañamiento acucioso y atento de Rugeles al frente de la orquesta.
Ruiz solo, emprendió la ejecución del Concierto para contrabajo y orquesta, de Johann Baptist Vanhal, el cual después del primer movimiento entra en un marasmo musical irresoluble, que por desgracia no ayuda al instrumento a salir de su histórica marginación, a pesar de los buenos oficios de virtuosos como el nuestro.
Para cerrar el concierto, Rugeles y la SJVSB hicieron una vivaz lectura de la Sinfonía Haffner (No. 35), de Mozart, llamada así por haber sido dedicada por el compositor a la familia de tal apellido. Transparencia, exactitud, incisividad, gracia navegaron a través de sus cuatro breves movimientos.
Ecos recónditos de una Viena en plena Ilustración, reverberando aún en Caracas, en una sala con el nombre de uno de esos hijos de la Enciclopedia, que se fascinó con la naturaleza venezolana. Son los extraños modos con los cuales la música enlaza lo extraviado.
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